YEHUDA HA-LEVI.ESPAÑA 1070-1141

05.05.2013 15:24

 

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YEHUDA HA- LEVI

Yehudah Ben Samuel Halevi (en hebreo: יהודה הלוי ; Abu-I-Hasan ibn Leví, entre los árabes; Judá Leví en Occidente), nació en Tudela (Navarra), ca. 1070/75, y muere en Jerusalén, c. 1141.Filósofo y médico judío español y, sobre todo, junto con Ibn Gabirol y Samuel ibn Nagrella, uno de los poetas judíos más excelsos de la literatura hispanohebrea, inventor del género sionida, expresión de amor por la Jerusalén lejana; su obra poética fue tanto religiosa como profana.1

FUENTE: https://es.wikipedia.org

 

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Reseña biográfica

Yĕhudah Ha-Levi nació en Tudela, actual Comunidad de Navarra
en 1070.
Es sin duda el máximo exponente de la poesía hebrea peninsular medieval. Tras dejar en su juventud su ciudad natal, cuna también de otros escritores ilustres, como el viajero Benjamín de Tudela y el filósofo Abraham Ibn Ezra, se estableció en las tierras musulmanas de Al Andalus, recibiendo allí una esmerada formación  tanto en ciencias y medicina, como en leyes, teología y poética.

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Tuvo estrechas relaciones con los mejores poetas judíos y árabes de su época, gozando en vida de una fama extraordinaria. Tocó temas amorosos y báquicos, cantó a la amistad, lloró por la muerte de los seres queridos, reflexionó sobre asuntos muy humanos, ensalzó a Dios y trató de consolar a su pueblo en el exilio. Al final de su vida, dejó Sefarad y embarcó hacia Israel, deseando pasar sus últimos días en la añorada tierra de sus antepasados por él tan amada.
Falleció en 1141.

Yehuda Ha-Levi

Su poesía

Está considerado como el mejor poeta medieval en lengua hebrea. Su obra poética es muy extensa, inspirándose en los temas más variados: el amor, la amistad y el mar. Del Diwan escrito en Toledo se convervan panegíricos, cantos de boda, elegías y composiciones autobiográficas.

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Poeta culto, autor de una poesía lírica rica en metáforas y descripciones, donde abundan las reflexiones filosóficas y religiosas. Utiliza diversas métricas y estrofas. Son famosas algunas de sus jarchas profanas escritas en el nacienteromance, al final de las moaxajas y de gueulot y ahavot de temática religiosa, entre las que destaca El Quesudá o Himno de la creación:

¡Dios mío! ¿Con qué te compararé,
si semejanza no hay en ti?
¿Con qué te asimilaré,
si toda forma es estampa de tu sello?
Enaltecido estás sobre toda potencia,
y te sublimaste por encima de todo pensamiento.
¿La palabra de quién te ha contenido?
¿Y la lengua de quién te ha comprendido?
¿Acaso habrá corazón que te haya alcanzado
y ojo que te haya divisado? (Himno de la Creación, I, v. 1-10)
 
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FUENTE: https://www.amediavoz.com

 

De “Poemas de amor y vino”   Versiones del Vasco: Xabier Kintana

1.  Sobre las alas del viento pongo mis saludos
cuando hacia mi amado sopla con el calor del día;
sólo pido que recuerde el día de su partida,
cuando hicimos un pacto de amor junto al manzano.

2.  Graciosa gacela, con tu hermosura me cautivaste,
cruelmente me esclavizaste en tu prisión.
Desde que la ausencia se interpuso entre nosotros
no he encontrado figura comprable a tu belleza.
Saboreo una roja manzana cuyo aroma es como
la fragancia de tu rostro y tu atavío;
tiene la misma forma de tus pechos y el color
de ese rubí que asoma a tus mejillas.

3.  La noche en que la joven gacela me descubrió
el sol de sus mejillas y el velo de su pelo,
rojizo cual rubí, cubriendo, sobre
sien de húmedo bedelio, su bella imagen,
se parecía al sol, que cuando despunta enrojece
las nubes del alba con su brillante llama.

4.  La cierva lava sus vestidos en las aguas
de mis lágrimas y los tiende al sol de su esplendor,
No precisa agua de manantiales, pues tiene mis ojos,
ni sol, con la belleza de su figura.

9.  ¿Qué te pasa, gacela, que no envías tus mensajeros
al amado cuyo pecho rebosa de dolor por ti?
¿No sabes que el Destino no concede a tu amante
más que escuchar el son de tus saludos?
Si la separación es más fuerte que nosotros,
detente un poco, que pueda ver tu rostro.
No sé si entre mis costillas quedó preso
mi corazón, o si partió tras de tus pasos.
¡En nombre del amor! Recuerda los días que me amabas
como recuerdo yo las noches en que te deseaba.
Lo mismo que cruza tu imagen por mi sueño,
desearía pasar yo por los tuyos.
Hay entre nosotros un mar de lágrimas con rugientes
olas y no puedo llegar hasta ti,
mas si tus pasos se acercaran a cruzarlo,
se henderían las aguas a las plantas de tus pies.
Si después de mi muerte llegara a mis oídos
el tañir de campanillas doradas del borde de tu manto,
o preguntaras cómo le va a tu amigo, desde el sĕ ’0l
me interesaría por tu amor y bienestar.
Ahí tienes dos testigos de que vertiste la sangre
de mi corazón: tus mejillas y tus labios;
¿cómo vas a negarlo, si dan ellos testimonio de
mi sangre y de que tus manos la vertieron?
¿Por qué deseas mi muerte? ¡lo que yo quiero son
años que sumar a los de tu vida!
Aunque robes mi sueño por las noches al amarte, ¿no
daría yo el sopor de mis ojos a tus párpados?
Tu fuego lame las gotas de las lágrimas, y hasta
corazones de piedra desgastarían tus sollozos;
yo he caído en el fuego de tu amor y las aguas de mi llanto, ¡ay
de mi corazón por mis lágrimas y tus brasas!
Amargura y dulzor cercan mi corazón:
la ponzoña de la ausencia y la miel de tus besos;
una vez que tus palabras como láminas lo aplanaran,
tus manos lo cortaron en tiras.
Veo imagen de rubí sobre zafiros
al contemplar tus labios y tus dientes.
El sol está en tu rostro, y a modo de noche despliegas
sobre su fulgor la espesura de tus rizos.
Seda bordada es el vestido de tu cuerpo, pero
la gracia y la hermosura recubren tus ojos;
las joyas de las doncellas son obra de artesano, mas
esplendor y encanto son tus adornos.
El sol y la luna, la Osa y las Pléyades quisieran
asemejarse a tus hermanos y hermanas;
jóvenes y doncellas desean, siendo libres,
convertirse en siervos y esclavas tuyos.
De la fortuna del Destino sólo reclamaré mi parte
el hilo de tus labios, el ceñidor de tu cintura;
mi panal y mi miel están entre tus labios,
mi nardo y mi mirra entre tus dos pechos.
Te he puesto en mi mano derecha como un anillo;¡ojalá fuera yo
un sello sobre tus brazos!
Olvidaría mi diestra y mi siniestra, cierva,
si descuidara el amor de tus esponsales.
La ausencia amarga mi corazón al recordar
el panal de miel de tus besos en mis labios.
Mi espíritu por tu perfume de mirra virgen yo daría;
¡quizás podría besar tu rostro a cambio de mi alma!
A las mujeres se honra con alabanzas, mas
a ti deben su gloria tus mismas loas.
En el campo de las amadas, las gavillas del amor
se postran ante las tuyas.
¡Ojalá pudiera yo vivir para recoger aromas
y mirra de entre tus pasos!
No oigo tu voz, pero escucho en
mi desgarrado corazón el ruido de tus pisadas.
Cuando cuentes a los vivientes víctimas
de tu amor, el día que resuciten tus muertos, incluye
a mi alma para devolverla al cuerpo, pues cuando
te fuiste, al partir tú salió en pos de ti.
Pregunta cómo le va a tu amado, cierva agraciada,
si es el Destino el que hace tus preguntas.
¡Vuelve, y que nuestra Roca te haga regresar al lugar
de tus deseos ya la tierra de la que procedes!

19.  Labios de rubí con hileras de perlas,
ojos como flechas aguzadas,
bellas mejillas cual rosas encarnadas,
rostro sembrado de jardines del Edén,
moldeado sobre gentil tallo de bedelio,
en tálamo fiel criado,
bien guardado; así son los males de su amor
en el corazón del amante, enfermedad sin cura;
con fuego de pasión le sacia de amarguras,
le escancia al ausentarse veneno de serpiente.
Te conjuro, ¡príncipe de la belleza!
¡mi preciosa gacela!: aleja los pesares
esta noche mía, con tu compañía reúne
un tropel de delicias para el pobre corazón doliente.

20.  ¡Con cuidado!, duro de corazón, blando de caderas,
trátame con cuidado y caeré sobre mi rostro.
Sólo mis ojos se han extraviado por tu causa,
mi corazón es puro, aunque no mis ojos.
Deja que los ojos recojan en tu semblante
rosas y lirios que juntos se sembraron.
Fuego tomaré de tus mejillas para apagar llama con llama;
cuando esté sediento, allí encontraré agua.
Chuparé tus labios rojos, ardientes como
brasas, y mis mandíbulas serán como tenazas.
Suspendida está mi vida de dos hilos de púrpura
escarlata, de los atardeceres mi muerte.
Hileras de mirra virgen recaman bordado de gala
como las tardes alrededor del mediodía.

21.  Trocaría mi vida por el viento que visita
a ese hombre que siente mis propios males como suyos.
¿Sabe cuando revolotea si va volando
sobre las aguas del Éufrates o sobre sus mejillas?
Le digo: “¿Has venido a enjugar mis penas?”
y responde: “Mas bien a renovar sus jirones,
pues se alarga la separación de tu amigo,
y es muy fuerte su ausencia, igual que sus leones”.
Le respondo: “Mas está lejos y cerca,
¡mi vida toda depende de su vida!
Que viva y tenga paz en donde more,
y según su corazón se realicen sus deseos”.

24.  Las copas sin vino son pesadas,
son arcilla como las vasijas de barro,
mas al llenarlas de vino se hacen leves
lo mismo que los cuerpos con las almas.

25.  Por ti elevaré cánticos mientras viva,
y por tu mosto que apuran mis labios.
Llamo “hermano mío” al jarro que enviaste
y de su boca gusto el mejor de mis regalos.
Hasta mis propios amigos me creen ebrio;
por eso me preguntan: ¿cuánto tiempo?
Les respondo: ¿cómo tener ante mí bálsamo de Galaad
y  no beberlo para curar mis males?
¿Cómo desdeñar un jarro todavía
si mis años no llegan aún a veinticuatro?

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Obras sobre religión judía

Para Yehudah la prueba de la verdad de la religión judía no está en razones filosóficas, sino en los hechos históricos de la Revelación y los milagros hechos por Dios al pueblo judío, que posee la fuerza divina impresa por Dios a Adány que se fue transmitiendo a un solo hombre de cada generación hasta llegar al patriarca Jacob, que la transmitió a todos sus descendientes. Esta teoría era de origen musulmán, no judío, aunque ya la utilizó Abraham bar Hiyya. Para los musulmanes, la luz divina se transmitió de generación en generación hasta llegar a Mahoma. En última instancia, el fundamento está en la filosofía neoplatónica que defendía la emanación de sustancias espirituales directamente del Uno o Dios. El Kuzari la escribió en árabe con el título de Libro de la prueba y del fundamento sobre la defensa de la religión despreciada, traducido luego al hebreo por Yehuda ibn Tibbon. Responde al ambiente polémico religioso medieval y es una defensa de la religión judía, un canto de su excelencia sobre las demás, a las que reconoce también cosas buenas.

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